a tantas que ya no recordaba nombres ni caras. Besó labios finos y gruesos, bocas grandes y pequeñas. Con los ojos abiertos o cerrados. Agarrando de la cintura o sujetando sus cabezas, llevándolas hacía él. Pero aquella vez fue distinta. No notó sus labios, No supo si estuvo con los ojos cerrados o mirándola. No recordaba dónde puso las manos. Recordó su nombre y su cara, porque aquella vez se besaron sus almas.
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